La Eucaristía fue concelebrada por 300 sacerdotes, 150 obispos y 25 cardenales. En su homilía, el Papa hizo hincapié en la sorpresa de las mujeres que querían ungir el cuerpo del Señor. Nuestro Dios, señaló el Papa, es el Dios de las sorpresas, y siempre hay una sorpresa detrás de la otra.
Y la sorpresa es lo que nos conmueve el corazón, agregó el Papa, porque (con el lenguaje de los jóvenes) es un golpe bajo.
El primer anuncio: sorpresa. El segundo: la prisa, las mujeres corren. Las sorpresas de Dios nos ponen en camino inmediatamente, sin esperar. Y así corren. Para ver. Y Pedro y Juan, corren. Los pastores, en la noche de Navidad corren para ver lo que habían anunciado los ángeles. Y la samaritana, corre. Esa gente corre, deja lo que está haciendo. También el ama de casa deja las papas en la olla, y aunque las encuentre quemadas, corre para ver, advirtió el Pontífice.
También hoy sucede en nuestros pueblos, en nuestros barrios, que se corre para ir a ver. Así se dan las sorpresas, siempre, de prisa, añadió el Santo Padre, y destacó que en el Evangelio hay uno que no quiere arriesgarse y se toma un poco de tiempo: Tomás, a quien el Señor espera con amor. Es el que decía creeré cuando vea. Pero el Señor también tiene paciencia con quienes no van tan de prisa, animó.
El anuncio: sorpresa. La respuesta: de prisa. Y el tercer punto, continuó el Papa, es una pregunta: ¿Y yo qué? ¿Tengo el corazón abierto a las sorpresas de Dios? ¿Soy capaz de ir deprisa, o siempre estoy con esa cancioncita mañana veré, mañana, mañana
?.
¿Qué me dice a mí la sorpresa?, invitó a preguntarse. Juan y Pedro fueron corriendo al sepulcro. Juan, dice el Evangelio, creyó. También Pedro creyó, pero a su modo, con la fe mezclada un poco con el cargo de conciencia de haber renegado del Señor.
Finalmente, Francisco preguntó a los fieles: Y yo hoy, en esta Pascua de 2018, ¿yo qué?, ¿tú qué?, ¿yo qué?.+
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