He rezado por los numerosos muertos, cuyo número aún no se conoce oficialmente con exactitud. También por sus familiares y por los que sufrieron daños en sus viviendas y perdieron recuerdos entrañables, arrasados por el diluvio, expresó.
El prelado reconoció que en los años más recientes se han hecho obras importantes, que continúan ejecutándose, pero advirtió: Todos sabemos que son necesarias muchas más, no sólo de infraestructura, sino también de estrategia, planeamiento y organización, de modo que la ciudad esté preparada para afrontar situaciones semejantes a la que sufrimos.
La Providencia de Dios es misteriosa; cuenta con la libertad y la responsabilidad de los hombres, especialmente de aquellos que son elegidos para procurar el bien común de la sociedad, y no para satisfacer sus mezquinos intereses, subrayó.
Monseñor Aguer aseguró que La Plata es una ciudad creada con un designio de grandeza y esplendor y consideró que por diversas causas, como el descuido por décadas, el crecimiento desordenado, la extensión a periferias donde falta de todo, la pérdida de una conciencia de ser depositarios de un ideal precioso, y otras causas más, seguramente, se ha ido opacando su belleza.
En este día hagamos el propósito de contribuir solidariamente a cuidar y mejorar, en la medida que nos corresponde a cada uno, la casa común, pidió.
Cinco años y un día. Dejé para hoy el mensaje porque ese día puede indicar un nuevo comienzo, concluyó.+
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