Mons. D’Annibale animó a reconocer las tentaciones para aferrarse a Dios
Recordando los tres sueños de la diócesis surgidos de la Asamblea del año pasado: volver al Evangelio, madurar la fe y tener una actitud abierta e inclusiva, el obispo afirmó: “La Cuaresma es un tiempo de conversión, es un tiempo en el que debemos retomar estos sueños y vivirlos en su profundidad. Porque volver al Evangelio significa volver a mirar a Jesús; madurar la fe significa ahondar en el encuentro con Jesús; y tener una actitud abierta e inclusiva es como el Señor nos invita a ser en este tiempo cuaresmal”, detalló.
“Las tentaciones de Jesús en el desierto nos muestran un Jesús aferrado al camino que el Padre le propone, y a no negociar con el que le propone un camino del mal”, señaló. “Las tentaciones de Jesús son una escuela de vida, en primer lugar, porque todos somos tentados: la tentación es parte del camino de toda persona, el nuestro también”. En ese sentido, animó a descubrir qué hacer con la tentación, “porque Jesús la tiene y actúa en la tentación”.
“La tentación de Jesús viene después de ser bautizado”, destacó monseñor D’Annibale. “Las tentaciones son también parte del camino de quien sigue a Jesús, y son muy sutiles. Lo interesante es a quién voy a oír yo”, advirtió.
En este caso, consideró, “la propuesta es escuchar lo que Dios nos dice y seguirlo a Él. Jesús no pacta con el que le propone algo distinto a lo que Él quiere. Este es el camino que estamos invitados a recorrer”.
“Madurar la fe es también reconocer las tentaciones que tenemos, ponerle nombre y rostro a las tentaciones: el enojo, el cansancio, las miradas que no corresponden, el ‘querer huir’ de algunas cosas, de las responsabilidades, no tener paciencia”, admitió. “Reconocerlas en primer lugar, tomarse de la mano del Señor y decir con claridad y con fuerza ‘no me dejes caer en la tentación’”, animó. “Siempre el Evangelio, Jesús y la Cuaresma nos invitan a un mejor camino”, concluyó.+
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