Corpus Christi es un misterio de atracción a Cristo y de transformación en Él, recordó el Papa
Comentando el Evangelio del día el Papa habló de la fuerza del testamento de amor dejado por Jesucristo nuestro Señor, tal como el evangelista Marcos lo narra al escribir las palabras del maestro en la Última Cena: «Tomen, esto es mi Cuerpo». «Esta es mi Sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por muchos».
“Precisamente en la fuerza de ese testamento de amor –dijo Francisco- la comunidad cristiana se reúne todos los domingos, y cada día, alrededor de la Eucaristía, sacramento del sacrificio redentor de Cristo”. “Atraídos por su presencia real, prosiguió, los cristianos lo adoran y lo contemplan a través del humilde signo del pan convertido en su Cuerpo”.
El Santo Padre explicó que “cada vez que celebramos la Eucaristía, a través de este Sacramento, sobrio y al mismo tiempo solemne, experimentamos la Nueva Alianza, que cumple en plenitud la comunión entre Dios y nosotros. Y como participantes de esta Alianza, nosotros, aunque pequeños y pobres, colaboramos en la edificación de la historia, como lo quiere Dios”.
Es por ello -añadió- que toda celebración eucarística, a la vez que constituye un acto público de culto a Dios, recuerda la vida y hechos concretos de nuestra existencia:
“Mientras nos nutrimos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos asimilamos a Él, recibimos en nosotros su amor, no para retenerlo celosamente, sino para compartirlo con los demás. Esta es la lógica eucarística”.
El Santo Padre constató que la Eucaristía, en la que contemplamos a Jesús pan partido y donado, sangre derramada por nuestra salvación, constituye “una presencia que, como un fuego, quema en nosotros las actitudes egoístas, nos purifica de la tendencia a dar sólo cuando hemos recibido, y enciende el deseo de hacernos, también nosotros, en unión con Jesús, pan partido y sangre derramada por los hermanos”.
La fiesta del Corpus Christi, por lo tanto, “es escuela de amor concreto, paciente y sacrificado, como Jesús en la cruz”, y “nos enseña a ser más acogedores y disponibles ante quienes están en búsqueda de comprensión, ayuda, aliento y están marginados y solos. La presencia de Jesús vivo en la Eucaristía es como una puerta, una puerta abierta entre el templo y el camino, entre la fe y la historia, entre la ciudad de Dios y la ciudad del hombre”.
Por último, el pontífice resaltó, por otra parte, que la expresión de la piedad eucarística popular son las procesiones con el Santísimo Sacramento, y recordó la que realizará él mismo: “También yo, esta tarde, en Ostia, como lo hizo el beato Pablo VI hace 50 años, celebraré la misa, a la que seguirá la procesión con el Santísimo Sacramento. Los invito a participar a todos, también espiritualmente, a través de la radio y la televisión. Que la Virgen nos acompañe en este día”, concluyó. +
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