Al comienzo de su homilía, el obispo interrogó a sus interlocutores: “¿Ustedes saben cuál es la diferencia entre una imagen hermosa del Sagrado Corazón de Jesús y la pequeña hostia consagrada que se llama el Santísimo?”, y acto seguido, respondió que, seguramente, la imagen llame más la atención, “pero hay una diferencia abismal entre los dos porque el primero es la representación de Jesús, como una foto; y el segundo, en cambio, es el mismo Jesús presente en ese pedazo de pan”, enseñó.
Hizo memoria el prelado sobre el origen de esta fiesta en la última cena: “Jesús quiere borrar los pecados de toda la humanidad, con su sangre y sellar la nueva y eterna alianza de su amor y de su fidelidad por cada uno de nosotros, los hombres. Y con su cuerpo quiere alimentarnos y estar acompañando hasta el fin del mundo”, manifestó.
Resaltó luego el “estilo” de Jesús para llevar a cabo su obra: “siempre pobre, sencillo, frágil y humilde”. “Así nació, así creció, así predicó, así murió y cuando resucitó también mantuvo el mismo estilo”, recordó. “Otra característica de Jesús que se mantiene, es su dolor de amor oblativo brindado para sus amigos pero muchas veces no comprendido, no aceptado, es ignorado, negado, abandonado y a veces traicionado”, indicó.
Y se detuvo en la importancia de la oración al Santísimo: “cuando estoy allí, tomo conciencia del gran misterio de Dios que está realmente presente en ese pequeño pan”. “Me asombra que Jesús Resucitado, presente en esa Eucaristía, confía en nosotros, sabiendo que somos defectuosos y pecadores”, testimonió.
Luego recuerda dos promesas: “el envío del Espíritu y la presencia permanente de Jesús en el pan Eucarístico, hasta el fin del mundo”. Para cumplir este propósito, debemos “dejar que Él nos acompañe y nosotros compartamos con Él nuestra esperanza, nuestra alegría, nuestro dolor, nuestra vida…”, aconsejó.
“En esta fiesta es muy necesario remarcar la importancia de la misa”, “y fomentar de una manera especial la adoración a Jesús Eucaristía”, y alentó a los responsables a organizar este modo de oración en las comunidades. Por último, recomendó buscar la vida de San Manuel González García, “el santo del Sagrario abandonado”, recientemente canonizado.+
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