La primera escala de este viaje de media jornada fue Alessano, ciudad natal de Don Tonino, en la que pontífice rezó ante la tumba de este sacerdote que entregó toda su vida al servicio de los más pobres y olvidados de la sociedad.
Tras permanecer unos minutos en oración, el Papa se dirigió a la plaza central ubicada en frente del cementerio para encontrarse con un numeroso grupo de fieles que esperaban con emoción escuchar las palabras de Francisco.
El Santo Padre saludó a los presentes expresando su gratitud como “peregrino en la tierra que vio nacer a Don Tonino Bello, Siervo de Dios”.
Evocando su momento de oración delante de la tumba de este sacerdote, "tan amado por sus feligreses", Francisco reflexionó sobre algunas palabras de gratitud, pronunciadas en su tiempo por el propio obispo: "Gracias, tierra mía, pequeña y pobre, que me has hecho nacer pobre como tú, pero así me has dado la riqueza incomparable de entender a los pobres y poder hoy entregarme a ellos para servirlos".
“Entender a los pobres era para él una auténtica riqueza, y tenía razón porque los pobres son realmente la riqueza de la Iglesia”, expresó el Papa, destacando la fortaleza de Don Tonino, para vencer la recurrente tentación de "acomodarse con los pobres de turno, de recibir privilegios, y de perseguir una vida cómoda, porque quien sigue a Jesús ama a los pobres”.
El Obispo de Roma destacó que una Iglesia que tiene en el corazón a los pobres, "permanece siempre en sintonía con el canal de Dios, no pierde jamás la frecuencia del Evangelio y siente el deseo de regresar a lo esencial para profesar con coherencia que el Señor es el único bien”.
"Don Tonino sentía la necesidad de imitar a Jesús hasta el final, involucrándose en primera persona con los más desfavorecidos, hasta despojarse totalmente de sí mismo”, ya que defendía sin descanso la dignidad de los trabajadores, y la paz; una paz que, decía, "comienza a construirse en el hogar de cada uno, sin olvidar que el mejor modo para evitar la violencia y la guerra "es cuidar de los más desfavorecidos y promover la justicia”, agregó.
El Papa aseguró que “Don Tonino fue un hombre de su tierra, porque en esta tierra ha madurado su sacerdocio” y recordó el enorme valor que tenía la vocación para este “pastor con olor a oveja”, quien amaba llamarla “evocación”.
En este sentido, el pontífice explicó: “Una evocación de cuán locamente Dios siente predilección por cada una de nuestras frágiles vidas; llamadas siempre a andar hacia adelante, y soñar con audacia, a descentrar la propia existencia para ponerla al servicio de los demás, con la invitación a fiarse siempre de Dios, "el único capaz de transformar la vida en una fiesta”.
Asimismo, el Papa explicó el profundo significado del legado que Don Tonino dejó a sus sacerdotes, a quienes exhortaba: “Amemos al mundo, querámonos, deseemos el bien, seamos misericordiosos. No apliquemos siempre el rigor de la ley sin haberla antes, regulado con dosis de ternura”. Unas palabras, dijo Francisco, que revelan su deseo de construir una Iglesia para el mundo y no mundana... sino para el mundo”.
“Una Iglesia que no sea autorreferencial, sino que sea capaz de salir de sí misma para prestar rápidamente ayuda, una Iglesia que no se duerma en las nostalgias del pasado, sino que se encienda de amor por el hoy, tomando como ejemplo a Dios que ‘amó tanto al mundo’”, añadió.
Por último, Francisco invitó al pueblo a preguntarse qué podría decir hoy Don Tonino Bello a su amada tierra; una tierra a la que entregó su vocación, sus fuerzas y su amor, con el pleno convencimiento de que su misión se extendía “más allá del amor que sentía por Cristo” y a la que enseñó que un verdadero cristiano, "no puede separar la oración de la acción”.
“En cada época, el Señor pone en el camino de la Iglesia testimonios que encarnan el buen anuncio de la Pascua, profetas de esperanza para el futuro de todos. Desde esta tierra, Dios ha ha hecho surgir a uno como un don y una profecía para nuestros tiempos. Y Dios desea que su don sea recibido, y que su profecía sea lleve a la práctica", sostuvo.
"No nos acontentemos con acumular buenos recuerdos, no nos dejemos atrapar por la nostalgia del pasado o incluso por las charlas ociosas del presente o los temores por el futuro. Imitemos a Don Tonino, dejémonos llevar por su joven ardor cristiano, sintamos su urgente invitación a vivir el Evangelio sin condiciones. Es una fuerte invitación para cada uno de nosotros y para todos como Iglesia. Nos ayudará a difundir hoy la flagrante alegría del Evangelio", concluyó.+
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