En su mensaje, aseguran el acompañamiento al pueblo argentino en este momento, y consideran que “cuidarnos a nosotros mismos de un modo responsable es la mejor manera de cuidar a los demás”.
Por otro lado, invitaron a dejar atrás el miedo, a vivir esta crisis “como una oportunidad para crecer”, y a pensar en los hermanos más pobres y vulnerables que habitan la Argentina.
Además, convocaron a usar la creatividad “para comunicarnos y sostenernos en la esperanza” agradecieron a quienes están trabajando al servicio de los enfermos y los más pobres, y encomendaron especialmente a los sacerdotes “que iluminarán este momento con la fuerza de la Palabra de Dios y buscarán caminos para una mayor cercanía pastoral”.
La Comisión Ejecutiva está presidida por el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea. El vicepresidente primero es el cardenal Mario Aurelio Poli; el vicepresidente segundo, monseñor Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza; y el secretario general es monseñor Carlos Humberto Malfa, obispo de Chascomús.
Texto de la declaración
Acompañamos a todo el Pueblo Argentino que ante esta pandemia ha sido llamado al cuidado y a la responsabilidad.
Cuidarnos a nosotros mismos de un modo responsable es la mejor manera de cuidar a los demás.
Creemos que la responsabilidad y el cuidado se oponen al miedo y al pánico.
El miedo nos lleva a ocuparnos solo de nosotros mismos y a tener actitudes antisociales sin pensar en los demás.
El cuidado y la responsabilidad para con los hermanos y hermanas nos llevan al amor, a la solidaridad y al servicio.
Nos parece clave vivir esta crisis como una oportunidad para crecer como personas y como sociedad.
El Papa emérito Benedicto XVI nos llamaba a una nueva “imaginación de la caridad”, la caridad y el servicio al prójimo son creativos.
El distanciamiento social como medio de prevención puede estar acompañado de una gran cercanía espiritual de modo que aunque físicamente asilados, nadie se sienta solo.
El uso de las redes sociales puede ayudarnos aportando nuestra creatividad para comunicarnos y sostenernos en la esperanza, generando nuevos modos de ayuda mutua y de compañía.
Otro modo de crecimiento surge de nuestra capacidad de mirar la situación de tantos hermanos que están lejos de ciertos niveles de vida en la Argentina. En los más de 4.400 barrios carenciados del país viven varios millones de personas. A estas personas no les va a resultar muy fácil quedarse en sus casas ya que necesitan salir para ganar el pan para sus familias día por día.
Nos veremos obligados en este tiempo a cambiar estilos de vida y hábitos de consumo. Tal vez viviendo con mayor austeridad podamos redescubrir nuevos modos de vínculos entre nosotros, más simples y sencillos y nos permita reflexionar sobre cosas en las que habitualmente no pensamos.
Los cristianos viviremos una Cuaresma muy especial apoyados en la gran fuerza de la oración pidiendo por los enfermos y sus familiares.
Queremos agradecer especialmente a quienes están sirviendo a los enfermos y a los más pobres: al personal sanitario, médicas y médicos, enfermeras y enfermeros, voluntarios de la pastoral de la salud presentes en esta hora compleja y apremiante, a todos llegue nuestro aliento y la seguridad de nuestra oración.
Encomendamos particularmente a nuestros sacerdotes que iluminarán este momento con la fuerza de la Palabra de Dios y buscarán caminos para una mayor cercanía pastoral.
Miremos a María, Nuestra Madre de Luján que permanece al pie de la Cruz y pongamos bajo su mirada a todo nuestro pueblo que en esta crisis pondrá a prueba su fibra más íntima, que el Señor lo bendiga para que pueda vivir en estos tiempos una autentica fraternidad evangélica.
Buenos Aires, 19 de marzo de 2020
Comisión Ejecutiva
Conferencia Episcopal Argentina
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